El Wolfram que mató el hambre del Bierzo convirtió a Ponferrada en la ciudad del Dólar y desató una guerra de espionaje internacional

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Peña del Seo
A Jovino el dinero le quemaba en los bolsillos.
-Vamos a Ponferrada, chaval, a fundirlo en El Dólar, en una juerga por todo lo alto.
El oro negro del Bierzo, el que convirtió a Ponferrada en ‘la ciudad del Dólar’, no fue el carbón sino el wolframio. Es el metal con el punto de fusión más alto, más fuerte que el acero, más letal que el plomo y conserva su fuerza a altas temperaturas. El metal ideal para la fabricación, entre otras cosas, de armas de guerra. Si uno quisiera pesar la tierra utilizando algo que hicera de contrapeso, lo mejor sería utilizar una enorme esfera de wolfram.
Rastreando la historia del Bierzo, marcada en gran medida por los minerales que esconde su tierra, Ramón Cela recoge en ‘Breves historias del wolfram’ los testimonios y recuerdos de 96 personas en el periodo comprendido entre el 40 y el 45. Un trabajo que tiene a sus espaldas 20 años y miles de kilómetros recorridos. El primero de los libros de una trilogía que llegará hasta el año 55 en las próximas ediciones.
Cela, hombre polifacético donde los haya, tenía un objetivo, “saber qué es lo que había pasado”. “Se puede decir que yo nací con el wolfram, toda mi vida está relacionada con él”. A pesar de la dificultad de trabajar en la Peña del Seo, un entorno inhóspito para desempeñar un trabajo de esas características a merced de las inclemencias meteorológicas, sin las herramientas adecuadas y esquivando a cuadrillas y pistoleros que también querían su parte , “se hablaba con mucho cariño de la Peña porque quitó todo el hambre de los pueblos limítrofes”.
Con un poco de suerte, explica Cela, “la gente ganaba allí arriba tanto en un día como un ingeniero en un mes, pronto llegaron a trabajar en la Peña más de 1.000 personas, día y noche”. Pero Cela llega más lejos, no solo a los que subían arriesgándolo todo para excavar la fortuna que matara el hambre, sino a los entresijos de una política en la que, señala, “todos mintieron”.
Un negocio sucio en el que el espionaje jugó un papel fundamental y en el que participaron todos, Franco, el dictador portugués Salazar, los alemanes y los aliados. Todos querían su parte, en dinero, en trigo o en metal.
Cela esconde un saber enciclopédico. Se emociona enumerando datos, fechas y nombres recabados durante toda una vida. Se demora en las anécdotas, las que hicieron que la historia fuera así y no de otra manera.
¿Se volverá a sacar wolfram de la Peña? “Sin duda, queda muchísimo allí arriba”.




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